40. Cuadragésima semana

Y cuando estoy en las honduras del Espíritu
se llena, en el fondo del alma,
desde los mundos del amor del corazón,
la vacía ilusión de las peculiaridades
con el ígneo poder del Verbo Cósmico.

39. Trigésimo novena semana

Entregado a la revelación del Espíritu
consigo la luz del Ser Cósmico.
La fuerza del pensar, esclareciéndose,
crece para hacerme don de mí mismo,
y despertando, se desprende de mí,
desde el poder de quien piensa,
el sentimiento del Yo.

38. Trigésimo octava semana: Ambiente anímico de Navidad

Siento como liberado del hechizo
al Niño espiritual en el seno del alma;
en la claridad del corazón
Él ha engendrado el sagrado Verbo Cósmico,
fruto celestial de la esperanza,
que crece jubiloso en las lejanías del universo
desde el divino fundamento de mi ser.

37. Trigésimo séptima semana

A llevar la luz del Espíritu
a la noche cósmica invernal
aspira feliz el impulso de mi corazón,
que los gérmenes luminosos de mi alma
arraiguen en los cimientos del universo,
y que el Verbo divino,
transfigurando toda existencia,
resuene en la oscuridad de los sentidos.

36. Trigésimo sexta semana

En las honduras de mi ser,
pujando por manifestarse,
habla misteriosamente el Verbo Cósmico:
Cumple los fines de tu labor
con la luz de mi Espíritu,
para ofrendarte a través de mí.

35. Trigésimo quinta semana

¿Puedo percibir al Ser
de modo que se encuentre de nuevo
en el impulso creador del alma?
Siento que se me ha dado el poder
de incorporar, como modesto eslabón
el propio yo al Yo Cósmico.

34. Trigésimo cuarta semana

Sentir que, misteriosamente,
se vivifica en mi interior
con resurgida existencia propia
lo conservado del pasado:
Que, al despertar,
ha de derramar fuerzas cósmicas
en las acciones externas de mi vida
y, al devenir, acuñarme en la existencia

33. Trigésimo tercera semana

Así siento el mundo,
que, fuera de la vivencia de mi alma,
era solamente vida gélida y vacía en sí,
y manifestándose impotente
de recrearse en las almas,
sólo la muerte podía hallar en sí.

32. Trigésimo segunda semana

Siento fecunda mi propia fuerza

al fortalecerse otorgarme al mundo;

siento que se robustece mi propio ser

para volverse hacia la claridad

en el tejer del destino de la vida.

31. Trigésimo primera semana

La luz de las profundidades del espíritu,

aspira al exterior de modo solar:

Deviene poderosa voluntad de vivir

y brilla en el embotamiento de los sentidos;

a fin de engendrar fuerzas que,

desde los impulsos del alma,

hacen madurar poderes creadores

en el quehacer humano.

30. Trigésima semana

Me brotan en la luz solar del alma

los frutos del pensar,

en certidumbre de autoconsciencia

se transforma todo el sentir.

Lleno de alegría, puedo percibir

el despertar del Espíritu del otoño:

El invierno despertará en mí

el verano del alma.

29. Vigésimo novena semana

Inflamar uno mismo con vigor

la luminosidad del pensar en el interior,

interpretando el pleno sentido de lo vivido

desde el manantial de fuerzas

del Espíritu Cósmico,

es ahora para mí herencia de verano,

quietud de otoño y también

esperanza de invierno.

28. Vigésimo octava semana

Puedo, revitalizado en mi interior, sentir
los amplios horizontes de mi propio ser,
y, lleno de fuerza, ofrecer rayos del pensar,
surgidos del poder solar del alma,
para resolver los enigmas de la vida,
para prestar cumplimiento a algunos deseos,
cuyas alas la esperanza ya paralizaba.

27. Vigésimo séptima semana: Otoño

Penetrar en las honduras de mi ser:
Un anhelar lleno de intuición inspira,
que, observándome a mí mismo,
me descubra como don del Sol estival,
que, cual semilla en el ambiente otoñal,
vive dando calor
como impulso dinámico de mi alma.

26. Vigésimo sexta semana: Ambiente anímico de Micael

Naturaleza, tu ser maternal,
lo llevo yo en mi esencia volitiva;
y el ígneo poder de mi voluntad
acerca los impulsos de mi espíritu,
para que ellos generen en sentimiento del Yo,
a fin de que me sostenga a mí mismo.

25. Vigésimo quinta semana

Puedo ahora pertenecerme a mí mismo
y, radiante, expandir mi luz interior
en la oscuridad del espacio y del tiempo.
El ser natural empuja hacia en sueño,
las honduras del alma han de velar
y al velar, han de llevar la brasa solar
a los fríos raudales del invierno.

24. Vigésimo cuarta semana

Creándose a sí mismo sin cesar,
el ser del alma cobra consciencia de sí;
el Espíritu Cósmico prosigue,
de nuevo vivificado en el autoconocimiento
y crea, desde la oscuridad del alma,
el fruto volitivo del sentido del Yo.

23. Vigésimo tercera semana

Se atenúa, otoñal,
el afán de estimulación de los sentidos;
a la manifestación de la luz se mezclan
los difusos velos de la niebla.
Yo mismo percibo
en las vastedades del espacio
el sueño invernal del otoño.
El verano se ha entregado a mí.

22. Vigésimo segunda semana

La luz de las vastedades cósmicas
perdura, poderosa, en el interior:
Deviene luz del alma
y brilla en las profundidades del espíritu,
para generar frutos que,
en el decurso de los tiempos,
hacen madurar al yo humano
desde el Yo Cósmico.

21. Vigésimo primera semana

Siento madurando una fuerza desconocida,
fortaleciéndose, investirme con mi yo.
Percibo al germen que madura
y a la intuición llena de luz tejer
en el interior, en el poder de la yoidad.

20. Vigésima semana

Así siento la realidad de mi existencia,
que, alejada de la existencia del mundo,
en sí, tendría que extinguirse a sí misma,
y, edificando sólo sobre su propio fundamento
tendría que darse muerte a sí misma.

19. Decimonovena semana

Que el sentido más amplio de mi aspiración
sea envolver secretamente con el recuerdo
lo que se acaba de recibir:
Debe, al fortalecerse,
despertar las propias fuerzas en mi interior
y, al devenir, darme a mí mismo.

18. Decimoctava semana

¿Puedo expandir el alma,
para que ella misma se una
al Verbo Cósmico germinal recibido?
Intuyo que he de encontrar la fuerza
de darle forma digna al alma
para que se haga vestidura del Espíritu.

17. Decimoseptima semana

Habla el verbo Cósmico.
que por los portales de los sentidos
pude al fondo de mi alma conducir:
Llena las profundidades de tu espíritu
con mis vastedades cósmicas
para que un día Me encuentres en ti.

16. Decimosexta semana

Que albergue en mi interior
el regalo del Espíritu
me ordena, severo, mi intuir,
para que los dones divinos,
madurando en las honduras del alma,
aporten sus frutos a la yoidad.

15. Decimoquinta semana

Siento como hechizado
en la apariencia del mundo
el tejer del Espíritu.
En el embotamiento de los sentidos
ha envuelto mi propio ser,
a fin de donarme la fuerza,
aquella que mi yo, por sus limitaciones,
es incapaz de darse a sí mismo.

14. Decimocuarta semana: Verano

Entregado a la revelación de los sentidos
perdí el impulso del propio ser,
el sueño de los pensamientos, aturdiéndome,
parecía robarme el yo,
mas, despertando,
se me acerca ya el Pensar Cósmico
en la apariencia de los sentidos.

13. Decimotercera semana

Y estando yo en las alturas de los sentidos,
así se inflama en el fondo de mi alma,
desde los ígneos mundos del Espíritu,
el Verbo de Verdad de los Dioses:
Busca intuitivamente
en los cimientos del Espíritu
para descubrirte emparentado con Él.

12. Duodécima semana: Ambiente anímico de San Juan

El esplendor de la belleza de los mundos
me obliga, desde las honduras del alma,
a liberar al vuelo cósmico
las fuerzas divinas de mi propia vida;
a abandonarme a mí mismo,
a sólo buscarme confiadamente
en la luz y el calor del universo.

11. Undécima semana

En esta hora solar, a ti te corresponde
reconocer el sabio mensaje,
sintiéndote vivir entregado
a la belleza del mundo:
El yo humano puede perderse
y en el Yo Cósmico encontrarse.

10. Décima semana

A alturas estivales
se eleva el resplandeciente Ser del Sol;
él lleva consigo mi sentir humano
a sus vastedades espaciales.
Presintiendo, se agita en mi interior
la sensación, susurrándome,
un día reconocerás:
¡un Ser divino acaba de sentirte!

9. Novena semana

Olvidando lo peculiar de mi voluntad,
el calor del universo, presagiando el verano,
colma mi espíritu y mi ser anímico;
Perderme en la luz
me ordena la visión espiritual,
y la intuición poderosamente me anuncia:
¡piérdete, para encontrarte!

8. Octava semana

Crece el poder de los sentidos
en alianza con el crear de los dioses,
él reduce la fuerza de mi pensar
hacia la vaguead del sueño.
Cuando el Ser divino
quiere unirse a mi alma,
el pensar humano
debe conformarse,
silencioso,
con la existencia del sueño.

7. Séptima semana

Mi yo, amenaza con huir,
poderosamente atraído por la luz del mundo.
Ahora tú, mi intuir,
entra con fuerza en tus derechos,
reemplaza en mí el poder del pensar,
que, en las apariencias de los sentidos,
quiere perderse a sí mismo.

6. Sexta semana

Desde la singularidad ha surgido mi yo,
y se descubre a sí mismo
como manifestación cósmica
en las fuerzas del tiempo y el espacio;
el mundo, como arquetipo divino,
me muestra por doquier
la verdad de la propia imagen.

5. Quinta semana

En la luz,
que desde las profundidades espirituales,
tejiendo fecundamente en el espacio,
desvela el obrar creador de los dioses:
En ella aparece la esencia del alma,
expandida en la medida del Ser universal
y resucitada
desde el poder interno de la estrecha egoidad.

4. Cuarta semana

Siento la esencia de mi ser:
Así habla el sentir,
que, en el mundo iluminado por el Sol,
confluye con los torrentes de luz;
él quiere otorgar calor
al pensar para su claridad
y al ser humano y al mundo
ligar en firme unidad.

3. Tercera semana

Habla el universo,
olvidándose de sí mismo
y teniendo presente su origen,
el yo creciente del ser humano:
En ti, liberándome
de las ataduras de mis peculiaridades,
sondeo en mi verdadero ser.

2. Segunda semana

En la apariencia del mundo sensorial
el poder del pensar pierde su propia esencia;
los mundos del Espíritu encuentran
de nuevo al vástago humano,
quien en ellos su germen ha de hallar,
pero el fruto de su alma
debe hallarlo en sí mismo.

1. Primera semana: Primavera. Ambiente anímico de Pascua de Resurrección

Cuando desde las vastedades del universo
el Sol habla al sentido humano
y desde el fondo del alma
la alegría se une a la luz en el mirar,
entonces, desde la envoltura de la yoidad,
se vierten pensamientos en las lejanías del espacio,
y vagamente enlazan
la esencia del hombre con el Ser del Espíritu.