Cuando desde las profundidades del alma
el Espíritu se dirige a la existencia
del mundo
y emana belleza de las vastedades
del espacio,
entonces, desde lejanías celestiales
la fuerza de la vida
se vierte en los cuerpos humanos,
y enlaza, en acción poderosa,
la esencia del Espíritu con el ser del hombre.
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