Primer domingo de Adviento

El hombre debe aplicarse a una lucha interior encaminada a adquirir la disposición al sacrificio, al servicio y al amor. Tiene que verse a sí mismo con los ojos interiores y vivenciar este día como la celebración del anhelo de nacimiento.
La consagración de la fiesta es: Yo me consagro al servicio del Espíritu del Amor que debe nacer en mí.
Los pensamientos se dirigen a Cristo venidero en el hombre.

Semana 34

Misteriosamente lo de antaño conservado,
sintiendo vivificarse en el interior:
con la propia identidad de nuevo resurgida
debe, despertando, volcar fuerzas universales,
en la tarea externa de mi vida,
y formándome acuñarme en la existencia.

Semana 33

Así siento recién al mundo,
que sin la participación de mi alma,
en sí solo vida gélida vacía,
y manifestándose sin poder,
creándose de nuevo en almas
sólo la muerte en sí podría hallar.

Semana 32

Siento fructificar fuerza propia,
fortaleciéndose concederme yo al mundo,
mi propia identidad siento fortificarse,
volverse a la claridad
en el tejer del destino de la vida.

Semana 31

La luz de las profundidades del espíritu,
hacia fuera anhela con caracter solar,
deviene fuerza volitiva de la vida,
brilla en lo apagado de los sentidos,
para desatar fuerzas
que hacen madurar de impulsos del alma
poderes creadores en la tarea del hombre.