El hombre debe aplicarse a una lucha interior encaminada a adquirir la disposición al sacrificio, al servicio y al amor. Tiene que verse a sí mismo con los ojos interiores y vivenciar este día como la celebración del anhelo de nacimiento.
La consagración de la fiesta es: Yo me consagro al servicio del Espíritu del Amor que debe nacer en mí.
Los pensamientos se dirigen a Cristo venidero en el hombre.
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